Annabelle Muñoz Rio explora la memoria traumática, su manifestación corporal y metamorfosis a través del Arte - Cuadros fotográficos, que a menudo evolucionan hacia la escultura y el teatro.

 
En su estudio y durante las residencias, la experiencia sigue siendo la misma: entrar en una relación con el Otro, este otro similar y singular. Los modelos se renuevan y se multiplican; no hay límites en cuanto a su origen, edad y condiciones de vida: jóvenes estudiantes en Filipinas, migrantes en Francia, recicladores y habitantes de la calle en Colombia, mujeres y hombres vulnerables.

Las obras de AMR se imponen por su fuerza y presencia enigmática, los seres-figuras emergen en un espacio que es a la vez indefinido y
atemporal. Nos lleva a una pérdida totalmente preocupante de puntos de referencia que nos interpelan sobre quiénes somos y qué estamos mirando, sobre nuestros orígenes y nuestra finitud.

AMR siempre busca, un poco más, superar los límites estéticos, humanos y filosóficos. En formatos que oscilan entre el tamaño humano y la pequeñez, la obra se despliega en el espacio y cuestiona, a través de la elección de sus soportes y formatos, las nociones de límites y ocupación espacial por parte de los cuerpos.

Los medios y las técnicas propiamente dichas se diversificaron : intervención con tiza negra sobre las estampas (Momia), collages que
mezclan visuales y dibujos (Madonnes à la club), impresión sobre cerdas grandes (polípticos), dibujos espontáneos al carboncillo, bandas sonoras, instalación...

Afirma trabajar despacio y utilizar una economía de medios en la que los accesorios, a menudo objetos reciclados, se transforman y se dejan al tiempo.

Al final, no hay lugar ni fecha, sino un encuentro auténtico que se juega con las personas y los cuerpos. El artista restaura el poder catártico del escenario. Las emociones se liberan en el escenario, los cuerpos hablan de una determinada forma de violencia sufrida y de su capacidad de resilencia.